La agilidad la haces tú, no el certificado que tienes en PDF en tu Google Drive.

Por: Iván Jiménez

@Ivanni_Simons

Hace algunas semanas tuve una charla con un cliente y colega mío, donde me comentaba que hay una empresa que dice que solo ellos tienen el verdadero Scrum, y que todos los demás que ofrecemos este tipo de cosas somos “patito”.

Si esto fue una frase como para vender, que poco criterio tiene esta empresa que para convencer tiene que recurrir a intentar monopolizar el mercado diciendo que solo ellos tienen el permiso divino de los dioses del manifiesto ágil para vender cursos y “hacer” agilidad. Y esto me lleva a pensar que es como la pésima discriminación que sufren recién egresados cuando en ciertos trabajos “solo aceptan egresados de la universidad cara”. La escuela no hace al alumno, no en esta era del conocimiento donde las escuelas son solo un paso en descubrir lo que nos apasiona y muchas veces acabas haciendo algo diferente a lo que estudiaste.

Tuve la experiencia de certificarme (mi primera certificación en Scrum) con esta empresa, y la frase para describir la experiencia fue “estuvo bien haber conocido a uno de los creadores del manifiesto”. Y ya. Solo eso. Carente de enseñanzas que me permitieran inspirarme para seguir haciendo Scrum a partir de ese curso (bueno, ya desde antes estaba emocionado con esto de la agilidad) decidí mejor, junto con mi socio y amigo Gilberto, hacer una organización que difundiera la voz ágil en las prácticas de México. Primeramente, mediante Agile Nights (que co-fundamos con mis amigas Vane, Pau, Mayu y Adri) y después, mediante Agile Academy.

No, mi gente bonita, no se trata de irnos por marcas y por las “estrellas” internacionales que como buen mexicano nos encantan. Amamos lo extranjero, dudamos y re-dudamos de lo nacional (y hay mucho talento nacional que hace buena agilidad). Con las cosas que son más caras está el paradigma de que es “mejor”. Y no, no siempre la opción más cara es la más buena, sino es la que más gente hay detrás y la que más cuentas bancarias se tienen que alimentar. El marketing para promocionar sus marcas ayuda muchísimo, pero ya después el marketing sensorial carente durante los cursos les tira el teatro.

Lo que nosotros hacemos es agilidad que vivimos, que sentimos, que vemos que es lo que necesita nuestro país. Apoyamos a empresas, apoyamos a que no sea tan dolorosa la transición a la agilidad, en soluciones adaptadas a la medida de lo que necesitan y no en una receta de cocina que busca remediar todos los dolores, y que en ocasiones es la que funciona en otras culturas que piensan diferente a la mexicana.

Hacemos eventos sociales, eventos para universidades, empresas. De forma gratuita. No con la intención de vender, pero sí de que conozcan esto, de que dejen de tirar su talento, energía, dinero, sudor y lágrimas en prácticas anticuadas que provocan proyectos que se van al precipicio. Y bueno, es un hecho que de aplausos no vivo, por supuesto que debo cobrar por lo que hago, por mi vocación de enseñar y evangelizar en prácticas ágiles. No me malinterpretan como el mártir ágil social que vive de criticar a empresas de capacitación.

Si ya me conoces, si ya nos conoces, sabes que para nosotros el certificado que tienes después de tomar el curso, repasar algunos temas y hacer el examen es el primer paso. Es un comprobante de que tu misión de agilizar tus prácticas y proyectos parte de ese certificado (y de ser un agente de cambio real, no solo para venderte en LinkedIn).

En lo particular, me interesa mucho saber cómo te va con tus prácticas ágiles, y tienes varios medios para avisarme: Twitter, Agile Nights, invitarme a tu empresa, escuela, startup, taller mecánico o en alguno de los cursos que hacemos constantemente en este país.

La agilidad nace de ti, de pensar diferente para hacer las cosas diferentes. Necesitamos urgentemente más personas que hagan la agilidad parte de su ADN.